miércoles, 19 de agosto de 2015

A ISLANDIA HAY QUE IR EN VERANO

               Es la conclusión a la que he llegado después de que Maya me haya contado sus aventuras por tierras islandesas. Cuando dijo que se iba una semana a Islandia pensé: "otra más". Desde el año pasado ya son varias las personas que conozco que han decido ir a conocer este país situado en el extremo más al noroeste de Europa. Ninguna ha vuelto decepcionada. Para mi, hasta ahora, pensar en Islandia era pensar en frío y nieve. No había sentido nunca la más mínima curiosidad ni deseo de montarme en un avión y viajar hasta allí. Viendo las maravillosas fotos de Maya, mi concepto de Islandia se ha modificado. Es verdad que hace frío, incluso en verano, pero a partir de ahora pensar en Islandia será pensar en naturaleza en estado puro, cascadas, glaciares, fiordos, lagos, farallones, auroras boreales y, por supuesto, volcanes.


 

 
 
¡Importante! Hay que llevar ropa de abrigo, o si lo preferís, comprar un típico jersey
islandés de pura lana como este que lleva Maya. Al parecer se usa mucho en verano.
                       Islandia es un país de cascadas espectaculares.
                            Éstas son algunas de las más vistosas.


Cascada Skógafoss


Dettifoss


Hraunfossar

         Las playas de Islandia tienen la arena negra porque su origen es volcánico.
 
Al fondo se ven los Reynisdrangur,  supuestos “trolls” gigantes de roca
originados por la erosión que causa el oleaje del Mar del Norte.




 


En islandés glaciar se dice "jökull". Los glaciares cubren el  11% de la superficie total des país y atraen a miles de visitantes cada año.
 
 
 
 

 

La construcción de las "casas de césped" se remonta al siglo IX y  representa la arquitectura típica de Islandia. Debido al clima ártico, apenas crecían grandes árboles en la isla, por lo que la madera era un bien escaso y muy caro. En cambio, el césped es muy abundante por lo que la gente edificaba sus casas cubriendo las paredes y el techo con césped. Éste echa raíces y se puede mantener en buen estado durante unos setenta años. 
Es muy buen aislante; retiene el calor y sirve, por tanto, de sistema de calefacción central y fuente de producción de oxígeno.   
 


 

 

 


 

 


 



 
El Sun Voyager, escultura de Gunnar Árnason situada e ReyKjavik
y que representa un barco vikingo
 


 



 

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