domingo, 22 de noviembre de 2015

PORTUGAL: PALACIO DA BREIJOEIRA

Vista de la fachada
 
 
          La villa portuguesa de Monçao, bañada por el río Miño, esconde auténticos tesoros arquitectónicos, uno de los cuales es el Palacio da Breijoeira. Situado en la parroquia de Pinheiros, a seis kilómetros del centro de Monçao, se inició su construcción en 1806 en un lugar conocido como Quinto do Vale da Rosa. Su propietario, Luis Pereira Velho de Moscoso, había hecho fortuna en Brasil y, a su regreso, decidió encargar al arquitecto Carlos Amarante -amigos desde su época en las milicias- el diseño y edificación de un suntuoso palacio en una propiedad que había pertenecido a su familia durante generaciones. La edificación consta de una planta en forma de ele y tres torreones, puesto que al no ser de familia noble no podían construir una cuarta torre. Los trabajos finalizaron veintiocho años después, ya bajo la supervisión de su hijo Simón Pereira Velho de Moscoso.
 
Vista de la fachada desde las caballerizas.
 
Los jardines de la entrada principal.
 
 
             Tras fallecer éste sin descendencia, en 1901, Pedro Mª de Fonseca Araujo adquiere la propiedad en subasta pública y en un estadio ruinoso. Este rico comerciante de Oporto, por aquel entonces presidente de la Cámara de Comercio y consejero del Rey de Portugal, encarga al arquitecto Ventura Terra la restauración. Además se construye una capilla dedicada a San Sebastián, el jardín de invierno, y se acomete la electrificación del palacio. También son de esta época el bosque compuesto por cientos de especies arbóreas, el lago y las diferentes grutas. Puesto que el propietario desarrollaba negocios con las colonias orientales portuguesas, muchos de los muebles que se pueden admirar en el palacio tienen un origen colonial, con maderas nobles como el ébano, un repujado muy elaborado, y algunos de ellos con bellísimas incrustaciones de nácar. Completan la decoración jarrones y algún plato oriental de la dinastía Ming. En la biblioteca y salas anexas llaman la atención los techos decorados con estuco y frescos con motivos mitológicos, así como el papel pintado a mano de las paredes que se conserva desde hace doscientos años. La llamada "habitación del rey" es una estancia de grandes dimensiones, siempre preparada por si el monarca quisiese pernoctar allí, y refleja claramente la relación que el propietario mantenía con la monarquía reinante en ese momento en Portugal. 
 
 
Vista posterior. La estructura circular corresponde al jardín de invierno.
Acceso al bosque, con el palomar al final de la avenida franqueada por tilos.
El palomar, que también servía como depósito de agua.
 
Avenida de los plátanos.
 
 
 
Estanque con los cisnes, símbolo de poder y elegancia de la época.
 
Jardines para pasear y descansar en verano.
Bajo esta estructura rectangular que cubrían con una carpa, se organizaban bailes y fiestas en verano.
Aquí almacenaban el agua con la que regaban las viñas en verano.
 
 
               Don Pedro Fonseca fallece sin descendencia y en 1937, un comerciante de Lisboa, padre de la actual propietaria -Mª Herminia Silva D'Oliveira Paes-, lo adquiere para regalárselo a ésta en su dieciocho cumpleaños. En la década de los sesenta y setenta se plantan los viñedos que actualmente ocupan dieciocho hectáreas y de los que se extrae uno de los vinos de Alvarinho más apreciados en Portugal. Actualmente, la propietaria sigue viva y reside en un ala privada del palacio.
 
 
Antiguas bodegas
 
 
 
 

 

 

 

 

 
 

domingo, 8 de noviembre de 2015

MOSCÚ: GALERÍA TRETIAKOV

           Pável Tretiakov (1832-1898) fue un rico comerciante textil que en 1856 empezó a adquirir obras de artistas rusos contemporáneos, sobre todo de los pertenecientes a la llamada Sociedad de Ambulantes. Ésta sociedad, liderada por Iván Kramskói, desarrolló temáticas de denuncia de injusticias sociales y a esta tendencia se le denominó Realismo Ideológico, constituyendo la base sobre la que posteriormente se desarrollaría la corriente del Realismo Socialista. Pues bien, Tretiakóv fue comprando poco a poco obras de pintores de su época, formando una gran colección que donó a sus paisanos en 1892. Actualmente consta de más de 130.000 obras de arte de autores rusos. Visitar este museo supone un completo recorrido por la historia y el alma rusa, especialmente durante los siglos XVIII y XIX. Allí están los retratos, a veces casi fotográficos, de sus personajes de la élite y la nobleza, escenas de la vida cotidiana en el campo o en las ciudades, paisajes de invierno, de ríos, de montañas, de bosques con o sin animales, tiempos de guerra y tiempos de paz. Y, por supuesto, los retratos de sus más grandes escritores: Leon Tolstoi y Fedor Dostoievski.
 
         Aquí dejo algunas de las obras que me llamaron la atención y que pude fotografiar sin que me riñesen.
 
 
"Una boda desigual" de Vasili Púkirev. Se observa claramente cómo la novia estuvo llorando toda la noche por sus ojos enrojecidos, la cierta desconfianza del novio-abuelo, cómo el hombre más joven que está a la derecha del cuadro mira con rabia al novio (creo que era el "enamorado" de la chica), y varios personajes más con bastante expresividad a pesar de ser secundarios.
 
Retrato del compositor Modest Músorski de Iliá Repin.
 
 
"Retrato de una mujer desconocida", de Kramskoy. En su época parece que fue bastante escandaloso cuando se exhibió por primera vez, ya que decían que la mujer era una prostituta. El autor nunca reveló quien era la mujer, ni si era o no una "chica de vida alegre". Tretiakov se negó a comprarlo por el escándalo que lo rodeaba y por considerarlo inmoral para su galería.

 
 
 
 
 
Fedor Dostoievski, por Vasili Perov.
 
 
 
Retrato de la princesa Sofía Alekséievna Románov, un año después de ser recluida en u convento, después de que el Zar hubiese sofocado una rebelión que pretendía nombrarla zarina.
 
 
 
 
 
 
Leon Tolstoi, por Iliá Repin.