domingo, 4 de enero de 2015

RINCONES DE VIGO-4: WALKING O RUNNING?

            Hace mucho tiempo que tengo claro que soy más de walking que de running, de eating que de drinking, y de reading que de writing. Si, lo sé. Sé que ahora la moda es correr con vistosas zapatillas de colores, beber gin tonics aderezados con hibisco, jengibre y nuez moscada, y escribir en un blog todas las tonterías que se nos pasan por la cabeza. Esto último casi lo estoy consiguiendo. Sin embargo, con respecto a decidir entre correr o hacer largas caminatas, no tengo ninguna duda. Caminar te permite observar las caras de las personas que pasan a tu lado, ver escaparates de tiendas que jamás habías visto antes, pararte en algo que llama tu atención, e incluso, sacarle una foto. No sudas ni resoplas, no tienes que ponerte unas de esas mallas apretujadas y, si la caminata es urbanita, ni siquiera es necesario calzarte unas zapatillas de deporte. Basta con un calzado cómodo. Podríamos decir que caminar no es un deporte. Lo acepto. Se trata más bien de ejercicio físico y de que quien mueve las piernas, mueve el corazón. En este caso, quien mueve sus piernas por las calles de su ciudad, conoce el corazón del lugar donde vive.
 
           Así que, durante estas fiestas he pateado la ciudad de punta a punta. A veces buscando regalos de Reyes, otras para curiosear como estaba el ambiente, y otras para paliar los excesos gastronómicos cometidos. Este año, el protagonista absoluto de las fiestas y los adornos navideños ha sido sin duda el árbol de la Puerta del Sol. Miles de vigueses se han fotografiado dentro y fuera, impactados por las innumerables luces que lo forman.
 

 Vista desde dentro del árbol.
                   Originales adornos y espectáculos callejeros con música en directo nos han animado a comprar en las principales calles comerciales.
 
El museo MARCO y sus bolas gigantes simulando nieve artificial.

Manto de luces en la farola de Urzáiz.

Pasacalles

Música popular para amenizar las compras.

 Intentando compensar los excesos calóricos de las cenas familiares, decidí recorrer a pie trayectos que habitualmente hago en coche. En dirección hacia la playa de Samil y una vez pasada la avenida de Castelao, me encontré con un huerto urbano con unas berzas muy vistosas. Pero lo que me llamó la atención es que suspendidos de unas cuerdas, como si se tratase de una invasión zombi, estaban cientos de peluches de distintos animales, personajes de dibujos animados y muñecas cubiertas por paraguas de Disney.  No sé si era para espantar a los pájaros o para asustar a los viandantes y que no robasen la verdura. También podría tratarse de una cámara oculta grabando las caras de los que pasamos por allí. Lo mismo puede hacer gracia que dar un mal rollo tremendo.


Huerto Gore

          Si abandonamos la Avenida de Europa y nos metemos por Alcabre, nos encontraremos casa de piedra antiguas, urbanizaciones nuevas y caminos apenas asfaltados. Además, podremos ver esta especie de ruina extraña que no sé a qué corresponde: fábrica, convento, pazo...

 

Por supuesto, los poetas urbanos también han llegado hasta aquí.


Y en cuestión de reciclaje, no hay quien nos supere a los gallegos.


           No conoceremos nuestra ciudad hasta que no la hayamos "caminado" entera, de punta a punta, de norte a sur y de este a oeste. La belleza se esconde en cualquier parte y está, antes que nada, en los ojos con los que miramos las cosas que nos rodean.

No hay comentarios:

Publicar un comentario